lunes, 11 de enero de 2010

Adopción y parejas homosexuales

Como seguramente la mayoría de ustedes ya lo sabe, el pasado 21 de diciembre la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó la iniciativa para legalizar los matrimonios entre parejas homosexuales. Además, de acuerdo a estas modificaciones del Código Civil local, las parejas del mismo sexo podrán adoptar si así les place.

Huelga decir que lo anterior ha generado una oleada de declaraciones entre los sectores más conservadores de la población que, entre otras cosas, demuestran el poco conocimiento que tienen sobre asuntos de sexualidad. Destacan particularmente las opiniones de la Iglesia católica, quien en voz del cardenal Norberto Rivera dice lo siguiente:


"Nuestros niños y jóvenes corren un gravísimo riesgo al ver como normales este tipo de uniones y pueden entender equívocamente que las diferencias sexuales son un simple tipo de personalidad, dejando así de apreciar la dualidad de la sexualidad humana, que es condición de la procreación y, por tanto, de la conservación y desarrollo de la humanidad". El prelado agrega además que la adopción en las parejas homosexuales puede provocar "daños psicológicos y morales".


Es evidente que para el cardenal el concepto de sexualidad se limita al ámbito de la reproducción y que la moralidad es distinta entre personas homosexuales y heterosexuales.


De acuerdo a la coordinadora de la fracción del Partido Acción Nacional (PAN) en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y presidenta del PAN capitalino Mariana Gómez del Campo, la adopción por parte de parejas gay podría desencadenar “problemas de personalidad” en los niños adoptados.


La diputada hace referencia de manera recurrente en sus declaraciones a la “preferencia sexual” de las parejas del mismo sexo y no al término adecuado que es “orientación sexual”. Averiguar cuál es el concepto que la diputada tiene del término de personalidad ni si quiera vale la pena.


La realidad es mucho más compleja que los escenarios planteados por las discusiones en curso. No parece tomarse en cuenta que existen hijos de padres o madres homosexuales que fueron concebidos en una relación de pareja previa (es decir, cuando su madre o padre vivían con una pareja del sexo opuesto). En esas situaciones, ¿quién debe hacerse cargo del hijo o los hijos? ¿Debe impedírsele al padre o madre homosexual su participación en la crianza? ¿Qué pasa si la ex-pareja heterosexual fallece o simplemente no desea hacerse cargo del niño? ¿Alguien ha pensado en la posibilidad de que una pareja de lesbianas recurra a la inseminación artificial para concebir? ¿Alguna autoridad tendría la capacidad de evitarlo? ¿Qué tal una pareja de personas de distinto sexo en la que uno o ambos miembros sean bisexuales? ¿O una pareja en la que uno o ambos sean transexuales?


La Academia Americana de Pediatría mantiene que no existe evidencia que alerte sobre cualquier tipo de riesgo para los niños que crecen en una familia integrada por una pareja homosexual. Este mismo organismo publicó en la revista Pediatrics de feberero del 2002 un artículo en el que aclara que los niños criados por padres del mismo sexo funcionan de la misma manera en el plano emocional, cognitivo y social que los hijos de padres heterosexuales.


La existencia de parejas del mismo sexo que crían hijos es un hecho. La Academia Americana de Psiquiatría del Niño y el Adolescente mantiene (AAPNA) aclara que los niños con padres homosexuales no son más propensos a ser homosexuales en comparación con los hijos de padres heterosexuales, no tienen más probabilidades de ser abusados sexualmente ni a tener problemas emocionales o conductuales.


En un comunicado de octubre del 2008, la misma AAPNA aclaró que "no hay evidencia para sugerir o mantener que los padres con una orientación gay, lésbica o bisexual sean per se diferentes o deficientes en habilidades parentales, preocupaciones centradas en el niño o vínculos padre-hijo" al compararlos con padres heterosexuales.


La Asociación Médica Americana y la Asociación Psiquiátrica Americana tienen posturas que convergen en el mismo punto: no ven ningún riesgo para nadie en el tema de la adopción o crianza de hijos por parte de parejas del mismo sexo.


Es evidente que muchos de los actores detrás de las recientes controversias establecen sus opiniones desde la base de posturas doctrinarias y no a partir de argumentos científicos. Ojalá el nivel del intercambio de ideas sobre el tema se eleve y no termine limitándose a un duelo de vociferaciones estériles. Para ello es necesario documentarse y dejar de lado las visiones dogmáticas sobre el tema. La sociedad evoluciona más rápido que las leyes, y a estas alturas del siglo XXI la razón debería prevalecer sobre los prejuicios.


¿Ustedes qué piensan?