viernes, 4 de diciembre de 2009

¿Qué hace un psiquiatra?

Como anunciaba en la entrada anterior, no me gustaría dejar pasar más tiempo sin explicar a qué nos dedicamos los psiquiatras. Aclaraba que Freud no era psiquiatra, ni siquiera psicoanalista (al menos no hasta que inventó el piscoanálisis). Era neurólogo (aunque probablemente una vez que inició su práctica privada nunca más volvió a realizar una exploración neurológica). Finalmente el psicoanálisis y no la medicina se convirtió en el sistema teórico para la comprensión y tratamiento de las enfermedades mentales más difundido durante la primera mitad del siglo XX. (Ver próximamente: ¿Enfermedades mentales o psiquiátricas?)

Aunque la psiquiatría existe como especilidad desde principios del siglo XIX (Philippe Pinel en Francia le da tal forma), no es sino hasta medidados del siglo XX (también en Francia) que aparece el primer antispsicótico y con ello se disparan los avances que hasta la fecha hacen de la psiquiatría una rama moderna de la medicina.

En los tiempos de Pinnel los psiquiatras o alienistas (del latín alienus o ajeno) se formaban egresando de la escuela de medicina y aplicando a un puesto como encargados de un asilo para enfermos mentales. No había más preparación que el mero contacto diario con los pacientes.

En la actualidad un psiquiatra es un profesional que completó la carrera de medicina y posteriormente realizó estudios de especialidad en un hospital o en un instituto certificado. Un psiquiatra, a diferencia de un psicólogo, puede recetar medicamentos (únicamente los médicos están autorizados por la Secretaria de Salud para indicarle a un paciente que utilice un medicamento, sea controlado o no). A diferencia de un neurólogo, un psiquiatra está entrenado para proporcionar otros servicios además del manejo con medicamentos (por ejemplo, psicoterapia).

Los psiquiatras realizamos diagnósticos principalmente de manera clínica (es decir, mediante la entrevista al paciente), aunque en ocasiones es necesario solicitar estudios de laboratorio (biometría hemática, química sanguínea, perfil tiroideo, etc.) o de imagen (Tomografía Axial Computarizada, Resonancia Magnética) para descartar otras patologías (por ejemplo, un episodio depresivo debido a hipotiroidismo o cambios de conducta ocasionados por un tumor cerebral). Muy raramente se necesita la realización de un electroencefalograma (básicamente cuando se sospecha de síntomas psiquiátricos debidos a algún tipo de epilepsia). En los casos de demencia (por ejemplo, enfermedad de Alzheimer) la realización de una Resonancia Magnética de cráneo puede ayudar a reforzar el diagnóstico.

Debido a la complejidad de los padecimientos psiquiátricos, no es raro que se necesite más de una cita para realizar un diagnóstico correcto. Es muy importante conocer todos los antecedentes que puedan servirnos para realizar un buen diagnóstico: enfermedades previas y actuales; nombres, dosis y tiempo de empleo de cualquier medicamento utilizado anteriormente y en la actualidad; estudios de laboratorio o de imagen realizados previamente; padecimientos psiquiátricos y no psiquiátricos presentes en la familia, etc.

Las dos principales herramientas de tratamiento para un psiquiatra son los fármacos y la psicoterapia. En ocasiones es necesario iniciar lo más rápidamente posible el uso de medicamentos debido a la gravedad del padecimiento; en cuanto empieza a haber mejoría se evalúa la posibilidad de iniciar psicoterapia para reforzar el tratamiento farmacológico. En otras ocasiones se establece el inicio de tratamiento exclusivamente con psicoterapia.
Es importante recordar que el modelo moderno de tratamiento médico remarca la colaboración y acuerdo mútuo entre médico y paciente.

La psiquiatría y el estudio del funcionamiento del cerebro han avanzado enormemente en los últimos años y cada vez se tienen más conocimientos acerca de las alteraciones cerebrales que desencadenan las enfermedades mentales. Hoy más que nunca, la psiquiatría es una rama de la medicina que permanece al tanto de los avances de la ciencia. Esto no descarta la necesidad de conocer la historia personal de cada paciente, así como las circunstancias sociales, familiares y laborales. que lo rodean y que pueden estar influyendo en su padecimiento. Esto convierte a un buen psiquiatra en el más humanista de los médicos: siempre dispuesto a escuchar, comprender y dar aliento a sus pacientes.