viernes, 8 de agosto de 2014

Adolescentes y disciplina



A partir de que su hijo tiene 13 años se espera que usted ya haya sentado las bases de la disciplina. Su hijo sabe lo que se espera de él y que usted cumple su palabra en lo que se refiere a las consecuencias de la mala conducta. Pero no se le ocurra bajar ahora la guardia -la disciplina es tan importante para un adolescente como para un niño pequeño. Del mismo modo que un niño de 4 años necesita que sus padres le fijen un horario para acostarse por las noches que deberá respetar a pesar de sus lloriqueos, un adolescente también necesita que le fijen límites.
Asegúrese de fijar normas sobre los deberes, las visitas de los amigos, la hora para volver a casa por las noches y las citas, y hable sobre ello con su hijo con suficiente antelación para que no haya malentendidos. Aunque probablemente su hijo protestará de vez en cuando, también se dará cuenta de que es usted quien tiene el control. Aunque le parezca mentira, los adolescentes también quieren y necesitan que les fijen límites y les impongan cierto orden en sus vidas, aunque reclamen y necesiten mayor libertad y más responsabilidades.

También es importante que permita que su hijo adolescente tenga cierto grado de control sobre su vida. Esto no sólo reducirá el número de luchas de poder, sino que también ayudará a que su hijo respete las decisiones que usted todavía debe tomar por él. Durante las primeras fases de la adolescencia, a un chico se le puede permitir que tome sus propias decisiones en lo que se refiere a la ropa que se pone para ir a la escuela, el peinado que lleva y cómo decora su habitación. A medida que se vaya haciendo mayor, se le debería ir ampliando el grado de control que tiene sobre su vida, pudiéndole permitir, por ejemplo, llegar más tarde de la hora establecida de vez en cuando.
A algunos padres, comprensiblemente, les cuesta mucho respetar la intimidad de su hijo. Sienten que todo cuanto hacen sus hijos es asunto suyo. Pero, para ayudar a su hijo a convertirse en un adulto joven, deberá respetar su intimidad. Si usted detecta señales de alarma de que su hijo podría tener problemas, entonces no tendrá más remedio que invadir su intimidad hasta llegar al fondo del problema. Pero, en caso contrario, deberá mantenerse al margen.

En otras palabras, el dormitorio de un adolescente, sus libros, sus correos electrónicos y sus llamadas telefónicas deben ser algo completamente privado. Tampoco debe esperar que su hijo comparta con usted todas sus ideas o actividades. Está claro que, por estrictos motivos de seguridad, usted siempre debe saber dónde está, qué está haciendo, con quién está y cuándo volverá su hijo, pero no necesita conocer todos los detalles. Y, por descontado, no espere que le pida que le acompañe. Deje que su hijo sepa que usted confía en él. Pero, si se rompe la confianza, su hijo deberá disfrutar de menos libertades hasta que la recupere.

Esté al tanto de lo que ve y lee su hijo. No tema fijarle límites sobre la cantidad de tiempo que puede pasar delante del televisor o de la computadora. Sepa qué aprende su hijo de los medios de comunicación y con quién se comunica a través de Internet. Cuando están a solas, los adolescentes no deben tener un acceso ilimitado a la televisión o a Internet; ambas deberían ser actividades de carácter público. El acceso a la tecnología también se debería restringir a partir de determinada hora (por ejemplo las 10 de la noche) para favorecer una cantidad adecuada de horas de sueño. Es razonable prohibir el uso del teléfono móvil y la computadora a partir de determinada hora.
Recompense a su hijo por ser una persona digna de confianza. Por ejemplo, si respeta las 10 de la noche como hora de llegada los fines de semana, dele media hora más a manera de recompensa.
Fomente que su hijo pase una cantidad de tiempo razonable con la familia pero no se sienta ofendido cuando su hijo no quiera pasar tanto tiempo con usted como antes. Piense en su propia adolescencia: probablemente usted sentía lo mismo con respecto a sus propios padres.